"Cruzar el Rubicón"
Emprender una acción arriesgada de resultado incierto y a sabiendas que una vez iniciada, no será posible dar marcha atrás.
Ejemplo:
- Tras mucho pensarlo, decidí cruzar el Rubicón: dejé mi trabajo de toda la vida en España y me trasladé a vivir a EE.UU.
La locución tiene un origen histórico. El Rubicón es un río del norte de Italia. Durante el Imperio Romano, en la época de la República, los generales romanos que ejercían su poder en las distintas regiones del norte de Italia controladas por el imperio, tenían prohibido cruzar el Rubicón hacia el sur con sus ejércitos pues ello se interpretaba como una amenaza contra el sistema ante el riesgo de que tuvieran la intención de dirigirse a Roma para dar un golpe de estado y hacerse con el poder. Por ello cruzar el Rubicón se consideraba un delito de alta traición. En el año 49 a.C., Julio Cesar, Gobernador de la Galia, decidió desafiar el poder de la República, cruzando el Rubicón con sus huestes para derrocar al gobierno y hacerse con el poder del Imperio. Tras cruzarlo pronunció una de las frases con la que sería recordado para la posteridad: "Alea iacta est" (la suerte está echada). De esta guisa, la expresión que hoy comentamos ha llegado hasta nosotros.
Ejemplo:
- Tras mucho pensarlo, decidí cruzar el Rubicón: dejé mi trabajo de toda la vida en España y me trasladé a vivir a EE.UU.
La locución tiene un origen histórico. El Rubicón es un río del norte de Italia. Durante el Imperio Romano, en la época de la República, los generales romanos que ejercían su poder en las distintas regiones del norte de Italia controladas por el imperio, tenían prohibido cruzar el Rubicón hacia el sur con sus ejércitos pues ello se interpretaba como una amenaza contra el sistema ante el riesgo de que tuvieran la intención de dirigirse a Roma para dar un golpe de estado y hacerse con el poder. Por ello cruzar el Rubicón se consideraba un delito de alta traición. En el año 49 a.C., Julio Cesar, Gobernador de la Galia, decidió desafiar el poder de la República, cruzando el Rubicón con sus huestes para derrocar al gobierno y hacerse con el poder del Imperio. Tras cruzarlo pronunció una de las frases con la que sería recordado para la posteridad: "Alea iacta est" (la suerte está echada). De esta guisa, la expresión que hoy comentamos ha llegado hasta nosotros.
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